Hace algunos días, la Corte Suprema de Estados Unidos escuchó los argumentos orales sobre el caso deEstados Unidos v. Texas, un caso legal en el cual los republicanos de Texas y 25 otros estados se oponen a las acciones ejecutivas de inmigración del presidente Obama y a las políticas para la expansión de la Acción Diferida Para Los Jóvenes Llegados en La Infancia (DACA) y la creación de la Acción Diferida Para Los Padres de los Ciudadanos y los Residentes Legales (DAPA).

La decisión del caso de Estados Unidos v. Texas podría tener consecuencias graves para nuestra comunidad y por eso hay que reflexionar mucho sobre los millones de inmigrantes que actualmente se encuentran viviendo bajo las sombras.

En particular, tres madres indocumentadas del Valle del Río Grande, en el sur de Texas, conocidas como las ‘Jane Does’, actualmente están siendo representadas en el caso, dándole una dimensión humana a un tema tan importante. Ellas son madres y han dado su tiempo como voluntarias en las escuelas de sus hijos y trabajan duro por sus familias. Durante su defensa a las ‘Jane Does’, Thomas Saenz, dijo: “Las Jane Does, tres madres de niños americanos, buscan la oportunidad de aplicar para un alivio temporal al miedo diario que ellas tienen de ser separadas de sus familias y detenidas o arrancadas de sus hogares bajo un sistema migratorio que no está uniformado y el cual es frecuentemente arbitrario…”.

Estas madres representan los millones de inmigrantes indocumentados que buscan la oportunidad de tener un trabajo digno y vivir en un país justo y compasivo. Y aunque estas mujeres han pasado por momentos muy difíciles por la vida, su fe en la humanidad las ha guiado por momentos de violencia y desesperación.

Una de las mujeres más destacadas de nuestra comunidad, la Hermana Norma Pimental, una vez dijo: “Debemos presentar a los inmigrantes, sus historias, sus caras, para que la gente sepa que no son criminales, que son personas como tú y yo que merecen dignidad y respeto de parte de todos nosotros”.

Ciertamente, las historias de nuestros vecinos inmigrantes, amigos, y colegas son muy reales y adecuadas para entender lo que significa ser estadounidense.

Igual que nuestros antecesores, que vinieron a este país con nada más que la voluntad para buscar una mejor vida, los inmigrantes son estadounidenses y parte del tejido de nuestro país. Sus historias son nuestras historias y las de nosotros son las de ellos.

Como hijo de inmigrantes y ex-líder del Caucus Hispano del Congreso, estoy orgulloso de representar a un distrito a lo largo de la frontera entre los Estados Unidos y México, con una población de inmigrantes que contribuye a la vitalidad de nuestra economía regional, el crecimiento del empleo, y una cultura única.

De hecho, el lnstituto de Tributación y Política Económica (ITEP, por sus siglas en inglés), ha proyectado que los inmigrantes agregarán $154.2 millones de ingresos públicos al estado de Texas si se les otorga un estatus migratorio legal.

Actualmente, once millones de inmigrantes indocumentados que viven en los Estados Unidos pagan $11,640 millones de dólares anuales en impuestos locales y estatales. Sin embargo, el día que aprobemos una reforma migratoria integral, este cifra aumentaría por $2,160 millones de dólares.

Inclusive, los inmigrantes elegibles para DAPA o DACA ya pagan $5,300 millones en impuestos estales y locales cada año. Y si permitimos que la creación de DAPA y la expansión de DACA se hagan realidad, esa cifra se elevaría a $6,100 mil millones por año, un incremento de $805 millones de dólares.

Es evidente que la comunidad inmigrante contribuye a la economía de nuestra nación y a la imagen de lo que significa ser estadounidense. Además de eso, es sumamente importante definir la identidad de nuestra nación para las generaciones venideras.

En riesgo está la pregunta fundamental de quiénes somos como estadounidense. ¿Vamos a seguir siendo un país brillante sobre una colina que orgullosamente proyecta una señal de esperanza y libertad para el resto de la humanidad o vamos a caer ante la xenofobia y la política de miedo?

Lo cierto es que el presidente Obama está respetando las leyes que ya existen y está ejerciendo la discreción que se le ha otorgado por autorización de la Constitución de los Estados Unidos. Expresidentes de ambos partidos, incluyendo los presidentes Dwight D. Eisenhower, Ronald Reagan, y George H.W. Bush, han ejercido esta misma autorizacíon.

Estoy contento con la forma en que fueron llevados a cabo los argumentos orales de este lunes. El gobierno de Estados Unidos y el Fondo Mexicano Estadounidense de Defensa Legal y Educación (MALDEF, por sus siglas en inglés), presentaron un caso muy fuerte y refutaron claramente los argumentos presentados por el Estado de Texas.

Este caso es esencial para definir quiénes somos como país. Tengo la esperanza que la ley y la Constitución están de nuestro lado. Estoy seguro de que la Corte Suprema rechazará el odio y el miedo; y, en vez, demostrará una vez más que los Estados Unidos es una nación llena de compasión, ambición, y mucha fuerza.

Editor’s Note: The above guest column, by U.S. Rep. Rubén Hinojosa, first appeared in Univision News. Click here to read it there.