México tiene una gran importancia para Estados Unidos. Tenemos fuertes intereses estratégicos en una relación de respeto y colaboración con México mientras trabajamos en nuestras diferencias en comercio, seguridad, e inmigración.

La relación Estados Unidos-México toca las vidas de más estadounidenses que cualquier otro país, ya sea debido a la cultura, comercio o turismo. La prosperidad de EUA y la seguridad de nuestra patria son afectadas profundamente por el tipo de relación que tenemos con México.

Mucho puede mejorar entre México y EUA para bien de ambos países, pero el afrontar estos retos no tiene que ser desde una propuesta de ganar-perder. Ambos países pueden lograr seguridad y prosperidad. Revivir los rencores y “distancia” que caracterizó a nuestra relación en los setentas y ochentas es peligroso y va en contra de nuestros intereses.

Desde finales de los ochenta, nosotros seis hemos fungido como Embajadores de Estados Unidos en México y hemos manejado la siempre mejorable relación a través de administraciones demócratas y republicanas. Hemos visto de primera mano el valor estratégico de trabajar en cooperación con México para afrontar los problemas en común, incluyendo el crimen, terrorismo, y competencia económica global. A lo largo del camino, México se ha convertido en un país más democrático y próspero, haciéndolo un mejor socio.

Hoy estamos profundamente preocupados al ver que estos cimientos se están cimbrando. Las actitudes públicas de ambos países se están echando a perder debido a exageradas acusaciones públicas. Los mexicanos creen que su “dignidad” nacional ha sido insultada. Los impulsores de una cooperación más cercana con EUA están a la defensiva. Las voces nacionalistas están ganando terreno. Esto no está en el interés a largo plazo de Estados Unidos.

En Estados Unidos y México empezamos nuestro viaje moderno hacia una asociación más cercana con el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica de 1993. Colectivamente, nosotros seis hemos trabajado a lo largo de cada fase del TLCAN. No se trata de un tratado perfecto, pero tampoco es el asesino de empleos que algunos han interpretado. Desde la firma del TLCAN en 1993, los empleos en EUA ligados al comercio con México aumentaron de 700,000 a 4.9 millones. El valor de nuestro tratado bilateral ha crecido seis veces, alcanzando $584 mil millones en 2015. Hoy, México es el segundo mayor mercado para las exportaciones de EUA, mayor que nuestras exportaciones a China, Japón, y Alemania combinados. México es el tercer mayor comprador de productos agrícolas de EUA. Juntos construimos muchas cosas y los componentes cruzan las fronteras en ambas direcciones – tan es así que a los productos terminados y exportados se les puede encontrar un contenido proveniente de EUA del 40%.

Algunos empleos de Estados Unidos se fueron a México, pero otros fueron creados gracias al TLCAN. Un estudio del 2013 estimó que EUA es $127 mil millones más rico cada año gracias al comercio adicional relacionado al TLCAN. Nuevos estudios han dejado claro que las grandes causas de la pérdida de empleos de producción son la automatización y el comercio con China, no el TLCAN. El TLCAN puede mejorarse para ayudar a impulsar la economía de EUA en áreas tales como “reglas de origen”, servicios, e-commerce, ineficiencias fronterizas, y estándares de fuerza laboral. Estos son los temas que deberían de negociarse basándose en hechos para fortalecer una relación a largo plazo que haga más competitivos a ambos países.

El sector energético merece una mención especial. A la firma del TLCAN, el sector energético de México aún estaba fuera del alcance de las empresas de EUA. En 2013, México abrió la inversión y comercio en petróleo, gas natural, electricidad, renovables, y combustibles refinados a EUA y otras compañías. Hoy, EUA exporta más gas natural y gasolina a México que a otro país. En diciembre, importantes empresas de EUA ganaron licitaciones para desarrollar reservas petroleras de México, mientras que otros son socios en nuevos oleoductos. Esta apertura hace a Norteamérica más segura en energía.

El déficit de EUA con México recibe más atención pública de la que merece. México representa el 8% de nuestro déficit. Nuestro déficit con China, la Unión Europea, y Japón es mayor. El déficit con México disminuyó más de un 40% entre 2010 y 2015, aun cuando nuestro comercio creció 35%.

Un intenso asunto polémico ha sido el muro fronterizo y la inmigración. La gran ironía es que en EUA, hoy existen 1.1  millones de mexicanos indocumentados menos que en 2007. Detenciones de mexicanos en la frontera han alcanzado el nivel más bajo de este siglo. México se ha unido a Estados Unidos para gestionar el aumento de inmigrantes de Centroamérica, deportando más de 165,000 de su frontera sur en 2015, más de lo que hizo Estados Unidos. El demandar públicamente que México pague por un muro que los mexicanos no consideran necesario ha avivado un nacionalismo anti-estadounidense. Esto limita la capacidad del gobierno de México para trabajar con Estados Unidos para encontrar soluciones.

La frontera en común también hizo a México y Estados Unidos socios en seguridad nacional. Desde el 9/11, México y EUA han trabajado de cerca para evitar que potenciales terroristas entren a EUA. También trabajamos para mejorar la lucha contra el tráfico ilegal. El tráfico de heroína y otras drogas a EUA y las ganancias del contrabando de armas y drogas hacia México alimentan la violencia, corrupción, y muertes en ambos países. Aun así, durante los años de nuestro servicio en colectivo, los agentes del orden han creado confianza, competencia y canales legales para actuar en contra de las redes criminales. Esa cooperación tiene que ser fortalecida, no debilitada.

Juntos, los autores de esta columna, hemos sido testigos de los cambios profundos y positivos que la relación México-Estados Unidos ha tenido a lo largo del último cuarto de siglo. Invitamos a que EUA se involucre un una negociación seria, basada en hechos sobre las diferencias en comercio y otros temas. La intimidación o comentarios denigrantes hacen más difícil conseguir resultados que apoyen la economía estadounidense y los intereses de seguridad y alientan la actitud anti- estadounidense en México. Trabajadores, empresas y comunidades de ambos países prosperarán con una estrategia de relación a largo plazo entre EUA y México.

Sigamos construyéndola.

John D. Negroponte, US ambassador to Mexico 1989-1993

James R. Jones, US Ambassador to Mexico 1993-1997

Jeffrey Davidow, US Ambassador to Mexico 1998-2002

Antonio Garza, US Ambassador to Mexico 2002-2009

Carlos Pascual, US Ambassador to Mexico 2009-2011

Earl Anthony Wayne, US Ambassador to Mexico 2011-2015